Durante los últimos años había repetido constantemente que no le gustaba que le regalaran flores.
Decía ella, que no quería que le regalaran algo que evidentemente ya había entrado en su proceso de defunción y que por más que se quisiera no se podía rescatar.
Creo que lo repitió tanto que llegó no sólo a creerlo sino a olvidar el motivo real.
Ese día, era un día normal, no tenía nada de particular, no tenía nada especial, era un día que como tantos otros, probablemente ni siquiera merecia ser recordado.
Pero ese día, al entrar a ese lugar, percibió un aroma, no cualquier aroma, era ese aroma, y recordó.
Recordó como antes disfrutaba de las flores, incluso recordó por qué conservaba algunas marchitas dentro de un frasquito que irónicamente tenía forma de corazón, recordó como ese mismo aroma que la hizo tan feliz ahora sólo le recuerda la ausencia, la analogía que ella misma inventó para protegerse y no recordar más.
Ahora espera nuevamente olvidar y repetir nuevamente la historia hasta que la crea verdad.